
En esta novela, poblada de personajes en los que muchos lectores podrán reconocerse, María Tena cuenta una historia de amor y desamor. La originalidad de Tenemos que vernos es su tono cercano y ágil, teñido de nostalgia y recuerdos.
La amistad, el trabajo, las relaciones familiares, la pareja, el amor, la culpa, el paso del tiempo fluyen por el libro como agua de un río, siempre dentro del cauce, sin salpicaduras y sin estridencias, atrapando con fuerza al lector para llevarlo sin vacilaciones hacia un sorprendente final.
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